Eitor no decía nada pero sentí que se metió entre las sábanas, me tomó por las piernas y me hizo girarme, quedé boca abajo, lo sentí tantear mi sexo desde atrás con su boca.
—¡Eitor! No —grite
El río.
Me beso y metió su lengua, cerré los ojos y gemí, mantenía sus manos sobre mis nalgas y su lengua dentro de mi sexo, comencé a agitarme, para disfrutar de la sensación de su boca allí, mi sexo ardía, me mantenía aferrada a las sabanas. Era muy rica la sensación, pero me agitaba y lo urgía a que me ayudara con ese orgasmo que deseaba. Sentí que me dio un par de nalgadas y goce su contacto muy dentro de mí.
—¡Oh! Eitor
Seguía sin piedad dentro de mí, sentí de pronto que me penetró con sus dedos, me entregué a sentir y cuando alcance el or