El beso fue solo un pico, un roce de labios que duró un segundo, pero solo eso fue suficiente para que a ambos le saltara el corazón.
— Oh, cielos, yo… Lo lamento tanto, no debí… — Susurró Mari en el rostro de David, apenas se separó, a escasos centímetros de él, mientras que David se quedó pasmado, sin palabras.
Fue un acto impulsivo, Mari no se había dado cuenta de lo que había hecho, hasta que lo hubo hecho.
Ambos se miraron a los ojos por unos segundos, parecían haberse quedado atrapados en el otro, cuando repentinamente, Mari sintió un tirón de su muñeca, que la separó de los brazos de David.
— ¡¿Qué mierda estás haciendo, Mari?! — Escupió Daniel furioso a una Mari aturdida. — ¡No te pases de lista conmigo!
Ella seguía con el corazón más acelerado por el roce de labios que acababa de recibir, que por el grito de su esposo.
Daniel gritó furioso, sin embargo, Mari no podía siquiera concentrarse en contestarle.
¿Qué acababa de hacer? ¡Ah, sí, es cierto! ¡Ella acababa de besa