Alejandro, apasionado como era, la besó como si no tuviera otro propósito en la vida.
Un fuego los invadió sin que pudieran retenerlos en la garganta, Rebeca apenas podía contenerse, gozó, saboreó y devolvió cada beso, eso llevó a Alejandro a una excitación que pocas veces en su vida tuvo…
- ¿Puedo?
Le preguntó mientras le levantaba la blusa para encontrarse con el generoso y túrgido pecho de la bella mujer que tenía en sus brazos
Su boca fue hacia el pecho de Rebeca y tal era el fuego que sentía, que, al pretender desabrochar el sujetador, torpemente, como si no tuviera experiencia, le arrancó uno de los ganchitos, partiéndolo en dos.
-Perdón…
-No importa…
Ese pecho era el más delicioso que él tuvo en su boca.
Los gemidos sobresalían la habitación.
Alejandro sabía que estaban solos, porque pensando que no iba a desaprovechar ninguna oportunidad de estar con Rebeca de una manera íntima, ya le había dicho a su secretaria, que le daba el resto de la tarde libre.
Alejandro estaba introdu