Margarita, al ver que Rebeca estaba más pálida que de costumbre y que en unas pocas cuadras tuvo dos contracciones, la llevó a la clínica.
La joven embarazada quedó internada, porque ya había iniciado su trabajo de parto.
Por casualidades de la vida, a Rebeca la atendía el mismo médico que le hizo la ecografía a Mónica.
-Vamos a hacerte un monitoreo fetal.
El obstetra miró en una planilla y se dio cuenta de que ella faltó a una de las citas.
-Es importante, tenés que acudir siempre.
-Lo sé… pero no pude.
-Pudiste avisar.
-Ese día no encontré mi celular.
- ¿Te lo escondió? ¿Hasta eso?
Margarita estaba furiosa, ella presentía que muchas veces Alejandro la dejaba sin celular.
- ¿Sucede algo?
Preguntó el médico, con mucha empatía.
-No, doctor, nada.
El médico la estaba revisando.
-Tenés la presión un poco alta, pero es normal en estas instancias, ahora te vamos a llevar a tu habitación y a hacer un monitoreo.
-Gracias.
- ¿Querés llamar a tu marido?
-Bueno…
Dijo con timidez, en ese momento