El portero del edificio se acercó con una amable sonrisa:
—Bienvenida a Las Residencias Dorial. Soy Máximo, a su servicio durante el turno nocturno. El señor Bruno me informó de su llegada y me pidió que la guiara a su departamento.
Lena asintió con una mueca y siguió al hombre. Él la guio hasta el ascensor, presionó el botón del penthouse y se despidió con un gesto amable.
Al abrirse la puerta del ascensor, se encontró frente a un departamento sombrío, decorado en tonos fríos de blanco y gris, sin un solo toque de color. Los escasos muebles acentuaban la austeridad del lugar. Avanzó hacia las escaleras, decidida a darse un baño y cambiarse de ese vestido que le recordaba su tarde bochornosa.
Arriba, se encontró con tres habitaciones. Entró en la primera del pasillo y se detuvo, observando el espacio: ante ella se extendía una suite amplia, con una cama enorme, un sillón gris elegante y un vestidor de puertas corredizas. Al abrir el clóset, solo vio ropa de hombre. Un aroma cítrico y a