María Paula
La reunión había comenzado, Alexey se encontraba bastante intranquilo, en él era una bomba de tiempo, esa recepción de nerviosismo. Si lo adicionamos; con todo lo ocurrido en la familia, pareciera que no tendremos paz por un largo tiempo. Además, debía de hablar con Samuel. Mi novio necesitaba las peleas de boxeo.
Por otro lado, el rostro del señor Darío Sarmiento cambió. Una vez ingresó, mi hermana llegó con Juan Pablo y su pareja. Camila fue a saludarlos con su prometido. Creo que eso no les gustó a los señores. No se esperó ver a Luis David saludándolos con familiaridad. Para más indignación, los recién llegados fueron presentados ante la familia.
El señor no pudo hacer nada. Por lo menos su esposa desde lejos vio a sus hijos. Algo me decía que dicho pastor no era tan fiel seguidor del mandamiento de Jesús: ama a tu prójimo como a ti mismo.
—Van veinte minutos desde la llegada de Juan Pablo, el señor no ha hecho nada. —Notaba a Alexey aferrarse más a mí.
—Así es. ¿Te en