Alexey
Creo que estaba pagando todos mis ataques injustificados de ira. Ahora me parecía extraño, pero me controlaba para poder controlar a mi mujer. No conocía esa faceta de ella, aunque la entendía a la perfección. Ahora no sabíamos dónde se encontraba Perla. Los agentes interrogaban a las dos mujeres que, por rabia, Mapa se abalanzó sobre ellas en presencia de la policía. Yo quedé un poco maniatado por Gabriela, quien se había prendido de mi camisa.
—¿Hija? —Mi tío ingresó.
—¡Papá!
José le acarició el leve golpe en su mejilla por el enfrentamiento con aquella mujer. Recordé lo que pasó unas horas atrás.
Habíamos llegado al lugar donde habían llevado a la pequeña Perla. Según la dirección dada en los documentos que dejaron en la clínica. Era una casa, más no una institución real. En efecto, había niños, pero en mal estado. Desde entonces empecé a grabar y documentar todo.
—Buenas tardes. Somos los tíos de la niña que fue dejada esta mañana aquí, hasta que el juicio se llevará a ca