Lyra
La música del vals seguía flotando en el aire, una melodía dulce que contrastaba violentamente con la amargura que subía por mi garganta.
El beso de Dorian todavía quemaba en mis labios, pero no con fuego, sino con la sensación pegajosa de la traición había aceptado su disculpa, había bailado su danza y le había arrancado la promesa de reconstruir mi hogar, pero cada fibra de mi ser gritaba que estaba caminando hacia la boca de un lobo mucho más calculador que Kael.
Dorian se alejó un momento para atender a unos Alphas del Consejo Regional, dejándome con una copa de champán que no pensaba beber, necesitaba aire el perfume de las flores caras y el sudor de la aristocracia licántropa me estaban asfixiando.
Salí hacia los jardines traseros de la mansión Renard ean extensos, diseñados con una geometría perfecta que pretendía dominar la naturaleza, muy al estilo de Dorian.
Caminé por los senderos de piedra blanca, alejándome de las luces de la gala hasta que el ruido de la o