El caos explotó. En el instante en que Li-Na colapsó, sangrando, y Amelia gritó "¡ASESINA!", la habitación se llenó de personal médico. La Dra. Navarro y el Dr. Ramírez entraron corriendo, seguidos por enfermeros.
—¡Amelia, está en shock! ¡Necesito 10 de diazepam, ya! —gritó Navarro.
Pero mientras intentaban sujetarla, Amelia, en un último estallido de terror y fuerza, se arrancó la vía intravenosa del brazo, salpicando su propia sangre. —¡No! ¡Suéltenme! ¡Maté a su bebé! ¡Fue mi culpa!
Alessandro y Emilio entraron corriendo, justo a tiempo para ver a Amelia luchar contra las enfermeras, completamente fuera de sí.
Luca, que había estado congelado, viendo la pesadilla repetirse —Amelia, sangre, terror—, finalmente reaccionó. Pero no reaccionó como un estratega. Reaccionó como el hombre que había leído el diario de 1993.
Ignoró a Navarro. Ignoró a las enfermeras que intentaban sedarla. Se abalanzó sobre la cama, tomó las mantas y, con una fuerza desesperada, envolvió a Amelia en ellas,