En Balmoral, Daniel observaba los archivos encriptados que Odette Brown había enviado a Mérida.

— Llevaré esto con mi asistente. Llegaremos al fondo de esto. — prometió.

— Se que allí está todo lo que buscamos. — dijo Emma.

En ese momento, el señor Wilson entraba al salón privado. Mirando a Emma Borbón, se inclinó ante la futura reina de Inglaterra a nombre de todos los sirvientes que habían actuado en su contra.

— Su majestad, princesa Borbón. A nombre de toda la servidumbre, quiero disculparme con usted por el mal trato que nosotros ha recibido, y también, vengo a decirles algo muy importante. — dijo.

Emma sonrió. — Se que todos ustedes actuaron bajo coacción, así que están perdonados, pero dime, señor Wilson, ¿Qué es eso tan importante? — cuestionó.

El sirviente se incorporó de nuevo.

— Agradezco su bondad su majestad. Y debo decirle que he verificado el paradero de Mónica Cervantes. No he encontrado a la señora en ningún lado del castillo, al parecer ya escapado, y eso no es todo.