74: Todo desmoronándose.
— ¡Eduardo! — gritaba Daniel mirando con horror como su hermano se retorcía mientras su cuerpo colgaba desde el dosel sobre su cama.
Desesperado, el hijo mejor de los Lancaster desató con las manos temblorosas aquella soga improvisada. Gruesas lágrimas caían desde su rostro mientras miraba con horror como su hermano tosía dolorosamente y mil preguntas le bombardearon la mente, aunque no pudo pronunciar una sola de ellas. Recargando la cabeza de Eduardo sobre sus piernas, Daniel Lancaster vio como la vida parecía desvanecerse de los ojos de su hermano mayor.
— ¡Por favor ayúdenme! — gritó desesperado con todas sus fuerzas y en el acto un desfile de sirvientes entró a la habitación.
Emma Borbón vio con horror la soga improvisada atada a medias en el cuello de Eduardo que estaba pálido y azulado. Marcando rápido a emergencias, rogó por la vida de su ex esposo.
Daniel observaba a su hermano dormir en aquella cama de hospital; su intento de suicidio casi había resultado exitoso. Eduardo