24: Un color.
En la villa Cottage, Mónica observaba los jardines. Aquel lugar, era mucho mas pequeño que el castillo de Balmoral, no iba a acostumbrarse. Mirando a su esposo dando instrucciones a los sirvientes, se sintió molesta. Sus planes no debían de verse interrumpidos por culpa de esa mujer.
En los jardines de rosas, Emma observaba el cielo celeste, intentando no pensar en nada más que la razón que la había llevado a aceptar regresar al castillo. Sus pensamientos, sin embargo, se desviaban hacia Daniel Lancaster, y por más que se esforzaba en no pensar en ese hombre, no podía evitarlo.
Observando a las rosas, saco de entre sus ropas aquel prendedor de rubíes. Daniel Lancaster sería su esposo lo quisiera o no, y si quería lograr hacerles pagar a Eduardo y Mónica por la muerte de su hijo, no debía de dejarse llevar por nada. Ella no había tenido la oportunidad de sostener a su hijo en sus brazos ni una sola vez, y siendo tan pequeño, solo pudo sepultarlo. Todas aquellas lágrimas que derramó esa