80. Aún tenía un plan
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Cuando Connie llegó al amanecer de nuevo al hotel, apenas empujó la puerta de la suite, sintió una sombra moverse con violencia. No tuvo tiempo de reaccionar. Un zumbido estalló en su oído cuando su cabeza chocó brutalmente contra la pared. El golpe la dejó aturdida, y por un instante, el mundo giró bajo sus pies.
—¿¡Dónde demonios estabas!? —rugió Efraín, sujetándola con fuerza por los hombros, sus dedos hundiéndose en su piel— Maldita p*erra, ¿para qué te saque de la miseria si no sirves para nada?
—¡Efraín! —gimió, tratando de zafarse—. ¡Espera, cariño!
“Ese imbécil me quiere matar” pensó aterrada, sabiendo que necesitaba más tiempo.
—¡Me hiciste perder un contrato de miles de millones por tus estupideces! —le escupió en la cara, su voz cargada de furia contenida— si Cassandra Ravenshire no me da otra cita te voy a vender a un burdel ruso, p*erra.
—¡No fui yo! —se defendió ella entre lágrimas—. ¡Fue ella! ¡Ella me metió el pie, lo juro!
—¡No me importa quién fue! —bramó. Su alie