81. No siempre serás poderoso
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Los tres salieron del laboratorio donde se habían hecho la prueba de ADN. Nathaniel conducía con una mano sobre el volante y la otra en la pierna temblorosa. Jazmín iba en el asiento del copiloto, en silencio, mientras Leo, en el asiento trasero, jugaba con el pequeño carro que su padre le había regalado.
Pero Nathaniel no dejaba de mirar el retrovisor a su pequeño, sentado en su sillita muy obediente. En ese momento le llegó un mensaje de su jefe de Seguridad, Makarov.
—¿Por qué no escuchamos música? —preguntó con naturalidad, encendiendo la radio y subiendo el volumen para disimular el creciente nerviosismo que le tensaba los hombros.
En ese instante, su celular vibró, estaba vez con una llamada del jefe de seguridad. Contestó con los manos libres activado, el mensaje no ke había gustado así que suponía que la llamada mucho menos.
—Señor Luther —dijo la voz grave del guardaespaldas—. Tres todoterrenos nos han estado siguiendo durante los últimos cinco minutos. Placas sin registro