95. Era la amenaza. El peligro.
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La sala estalló nuevamente cuando asimilaron que esa chica había abofeteado a la señora Luther, su supuesta yerna
—¡¿Cómo te atreves a pegarle a mi esposa, niña insolente?! —espetó Benjamín Luther, rojo de ira, con una vena hinchada marcándose en su frente como si fuera a estallar.
Jazmín se volvió con calma, sin un ápice de miedo.
—Como usted no sabe controlar ni educar a su esposa, me tomé el atrevimiento —respondió con frialdad, respirando hondo antes de chasquear los dedos.
La puerta se abrió.
Jenny y George entraron sin decir palabra, flanqueada por cuatro guardaespaldas con trajes oscuros. Silenciosos, como sombras armadas.
—¿Qué significa esto? —murmuró Nikolas, retrocediendo un paso sin querer—. Espere, Cassandra…
—No estoy aquí para una charla agradable, ni para tomar té —interrumpió ella con una sonrisa cortante—. Vamos al meollo del asunto, señores.
—Muy bien, muy bien —bufó uno de los accionistas—. ¿Entonces vienes a comprarnos nuestras acciones?
Jazmín sonrió. Una sonr