El corredor quedó en silencio, pero la presencia de Chloe aún parecía vibrar en el aire, un rastro de perfume y desesperación que Thomas inhaló con una satisfacción oscura. Esperó un momento, dejando que el sonido de sus tacones se desvaneciera por completo, antes de moverse.
Caminó con la calma de quien sabe que el tiempo le pertenece. Entró en su despacho, cerrando la puerta con un movimiento suave que selló el mundo exterior. El lugar estaba en penumbra, iluminado apenas por el resplandor de la ciudad bajo la lluvia que se filtraba por el ventanal.
Se dirigió al mueble bar de caoba, sus movimientos precisos y deliberados. Se sirvió un whisky sin hielo. El líquido ámbar golpeó el cristal con un sonido limpio. Dio un sorbo, dejando que el alcohol quemara agradablemente su garganta, mientras su mente rebobinaba la escena que acababa de presenciar, o más bien, escuchar, desde las sombras.
El colapso de Chloe. La acusación a Brendan. El terror absoluto de haber perdido su arsenal.
Thoma