Thomas apareció bajo el marco de la puerta llenando el ambiente con su presencia, sin percatarse de la tensión que envolvía a Brendan y Chloe.
Chloe le sonrió, un gesto ligero, calculado, intentando disipar cualquier rastro de sospecha que la cercanía de Brendan pudiera despertar. Aunque Chloe sabía que llegaría un punto en que eso podría volverse inevitable si no lo detenía.
—Chloe, ¿por qué te fuiste? —la voz de Thomas tenía un filo contenido, más acusador que preocupado, sobre todo al verla con Brendan—. Te llamé, pero no respondiste.
Ella se removió, sintiendo cómo cada palabra la empujaba hacia atrás y, al mismo tiempo, la ataba a su posición. Su respiración se hizo un hilo, tensa y medida.
—No… no tenía batería —mintió, con la naturalidad suficiente para que sonara creíble—. Me torcí el tobillo. Es una tontería. No quise molestarte por eso. Brendan se ofreció a traerme.
Thomas avanzó alrededor del sofá, cada paso suyo era un pequeño reclamo de territorio, y Chloe sintió cómo el