9. No es su madre

—Creo que debió esperar unos días más para recibir el alta, señora —le dijo Rogelio a Medea mientras empujaba su silla de ruedas—. Apenas ayer fue hospitalizada. Necesita reposo.

—Me siento bien —respondió ella, rodeando el cuello del anciano cuando la levantó y la acomodó en el auto—. Sabes que detesto los hospitales.

Rogelio guardó la silla en el maletero y luego se acomodó en el asiento del conductor, encendiendo el motor.

—Ya he encontrado nuevo personal —anunció.

—¿Tan rápido?

—Sí, como le dije, tengo mis contactos —respondió, mirándola de reojo a través del retrovisor. Medea tenía la atención en la ventanilla, con la cabeza recostada—. Podemos hacer el cambio hoy mismo, pero creo que deberíamos posponerlo. Su salud aún es delicada.

—Te dije que estoy bien. El tiempo es valioso —insistió—. Descansaré en la mansión y desde allí puedo monitorear todo. Apenas lleguemos, reúne a todos, dales su liquidación como acordamos y despídelos.

No tendría piedad con ninguno. La vieron tirada e
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP