65. Lunar único
Los besos se prolongaron durante varios minutos, mientras Kaien se resistía a soltarla. Medea mantenía las manos apoyadas en su pecho, sintiendo la suavidad y el calor de su piel bajo los dedos. Estaba tan embriagada por su cercanía que la intensidad resultó abrumadora, obligándola a apartarse con un poco más de fuerza.
—No puedo... —exhaló con dificultad—. No puedo respirar bien.
Kaien le rozó los labios hinchados con la yema de los dedos, tan agitado y excitado como nunca antes. Sabía que no era el momento adecuado, dadas las circunstancias de ella, pero resultaba imposible contenerse.
—Solo un poco más —suplicó alzándola—. Luego te dejaré ir.
La dejó caer sobre la cama y se colocó encima de ella, buscando nuevamente sus labios mientras sus manos la recorrían sin recato. La mente de Medea se nubló, y lo único que podía resonar en su interior era la confesión de Kaien momentos atrás. ¿Cómo debía reaccionar ante eso? ¿Realmente le gustaba?
Desesperado, él se hundió entre sus pechos, b