69. Tu esposo te engaña
Gina regresaba de hacer las compras. Dejó las bolsas con ropa sobre uno de los sofás y llevó las de comida a la cocina mientras tarareaba una canción.
El buen ánimo se le desvaneció apenas vio la hora en el reloj de la pared. Otra vez Norman no estaba en casa cuando volvía. ¿Habría conseguido, al fin, ese trabajo que dijo que iba a buscar? Suspiró y comenzó a guardar los víveres. Más tarde le preguntaría dónde se estaba metiendo últimamente.
Estaba por guardar unas verduras en la nevera cuando escuchó unos golpes suaves en la puerta. ¿Sería él? No, Norman tenía llaves.
Suspiró, pero no llegó a abrir. Se detuvo al ver un sobre que alguien acababa de deslizar por debajo de la puerta. Retrocedió, confundida y tensa.
Escuchó pasos que se alejaban. Cuando por fin se decidió a abrir, ya no había nadie al otro lado.
Volvió a cerrar con el ceño fruncido, mirando el sobre en el suelo con desconfianza. ¿Quién podría ser? ¿Tal vez el cartero? Pero hacía años que no recibía cartas de nadie.
Inqui