49. Quiero que sea mi mamá

Medea estaba tan angustiada como Kaien, esperando fuera de la sala a que el doctor saliera y les informara sobre el estado de la niña. No sabía exactamente qué enfermedad padecía, ya que él evitaba hablar del tema, pero presentía que se trataba de algo serio.

—Kaien —llamó el doctor de pronto, saliendo al pasillo. Ambos se pusieron de pie de inmediato.

—¿Cómo está mi hija, Samuel? —preguntó Kaien, bastante alterado.

—La niña sufrió una leve descompensación. Tuvo un episodio de hipotensión causado por un proceso viral en curso —explicó con pesar—. Sus defensas están muy bajas y no ha estado comiendo bien, lo que provocó el desmayo.

—¿Fue algo grave?

—Por ahora no. Ya está estable. La hidratamos, bajamos la fiebre y comenzamos un refuerzo con inmunoglobulina. No presentó convulsiones ni daño neurológico —Kaien soltó un suspiro de alivio ante esas palabras—. Si no tiene fiebre en las próximas horas, podrá regresar a casa. Pero necesita reposo, buena hidratación y seguir el tratamiento al
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