27. Solo una amante
—He arreglado las cosas con Medea —confesó Elian, dándose los últimos retoques frente al espejo—. No quiero que hagas ninguna estupidez de ahora en adelante. Las cosas deben mantenerse en paz, como antes.
—¿Arreglaron las cosas? Pero ella...
—Me ama, Saphira. Le expliqué lo del accidente y me creyó. No hay más que hablar.
—Será idiota. Sé perfectamente que eso es mentira. Te estás revolcando con otra.
—¿Vas a seguir con lo mismo? —se giró furioso hacia ella—. Si no estás conforme con tu vida, ya sabes qué hacer.
Saphira apretó los dientes. No era el momento para discutir con él.
—Tengo algo que decirte —dijo, cambiando de tema—. Mis padres estuvieron aquí. Quieren dinero.
La expresión de Elian cambió de inmediato; el disgusto se le marcó en cada línea del rostro.
—¿Esos gusanos estuvieron aquí? —repitió, avanzando hacia ella mientras Saphira lo observaba con nerviosismo—. ¿Hablaron con Medea? ¿Qué pasó y por qué me lo dices hasta ahora?
—No tuve oportunidad. Además, llegaron sin avisa