Estaban sentados en el suelo del cuarto que hacía las veces de mini museo, Gael intentaba ordenar las piezas de la tetera que Eloísa había roto en un vano intento por encontrar la forma de ordenarlas para unirlas.—No funcionará —le dijo ella —dala por perdida —él negó.—En la antigua china, utilizaban oro para remendar las piezas rotas, era un claro ejemplo de que nuestras cicatrices en vez de hacernos defectuosos nos hacen bellos —Eloísa ladeó la cabeza, era interesante y tierno ver como un hombre de metro ochenta, de hombros anchos y expresión firme, se preocupaba profundamente por los restos de una pequeña pieza de porcelana. A Eloísa le recordó a los hombres fornidos y tatuados amantes de los gatos.—En todo caso, Gael, no creo que encuentres pegamento de oro por aquí para arreglarla —él ladeo la cabeza.—Si me dejas llevarla a casa Gabriel la arreglará —Eloísa asintió y se acercó al hombre juntando sus brazos —¿crees que Ezequiel me golpee? —ella asintió con la cabeza.—Es muy p
La primera clase del lunes era precisamente filosofía, cosa que en verdad hizo que la semana de Eloísa comenzara realmente mal, había pasado casi toda la noche del domingo terminando una serie en maratón y cando vio la hora eran más de las dos de la mañana, y mas lo que le costó conciliar el sueño, apenas había dormido un par de horas antes de que la alarma sonara.—Te juro que si no fuera por la clase de historia en la que tengo calificaciones bajas no habría venido —le susurró Eloísa a Lucía mientras escribía en el cuaderno las respuestas a las preguntas filosóficas más complejas.—Te dije que la serie era buena —le susurró devuelta su amiga —¿por qué no hablas con Harrison, podrías hacerle algo interesante para recuperar las calificaciones —Eloísa le golpeó la cabeza con el lápiz.—Claro que no, ¿qué clase de personas crees que soy? Ya me siento culpable por acostarme con él, ¿Cómo crees que me sentiré si me sube las calificaciones a cambio de un polvo?—¿Como una mujer empoderada
Lucía no había sido especialmente una buena estudiante, nunca había destacado por ser la mejor, pero tampoco la peor, pero el momento en que comenzó a juntarse con Eloísa sus calificaciones habían mejorado en extremo, a tal punto de tener un promedio tan bueno que le serviría para entrar a la universidad, pero las semanas de locura que habían tenido le habían dejado un par de notas bajas de historia y filosofía, así que ese día salió de clases y se encerró en la biblioteca a estudiar todo lo que encontró al respecto. Tenía que mejorar esas calificaciones si quería de verdad tener la esperanza de ingresar a algún lado, aunque fuera mediocre.Se quedó parte de la tarde, y de paso adelantó un par de tareas de otras materias, normalmente las hacía con Eloísa, pero su amiga parecía bastante entretenida con la relación furtiva que estaba teniendo con su profesor y ella no la juzgó, si fuera ella la que estuviera entre los brazos del atractivo Harrison también se desconcentraría.Cuando algu
Eloísa se aclaró la garganta, le ardía cada palabra que salía de su boca y quería dejar el mensaje muy claro.—Mi amiga está desaparecida —dijo de nuevo a la oficial de policía detrás del escritorio y ella pareció fastidiada con la muchacha.—Ya le dije que se puede poner la denuncia apenas setenta y dos horas después de la desaparición de una persona —le repitió y Eloísa sintió que se le enrojeció la cara, y golpeó la mesa con la palma de la mano.—¡Es estúpido! —gritó y las personas que estaban alrededor voltearon a mirarla —después de todo ese tiempo la pueden hasta sacar del país —la policía dejó escapar aire.—Hay muchas personas que desaparecen, y regresan al otro día después de una noche de fiesta —Eloísa negó.—Ya le dije que Lucía no es de esas chicas, ella va del colegio a la casa, y ya llamé a su mamá y no ha llegado —se acomodó en la silla y le suplicó a la mujer con la voz conmovida —Por favor, ayudame —la mujer ladeó la cabeza y se quedó mirando a Eloísa por un momento.
La habitación permanecía oscura, únicamente iluminada por la luz de un par de velas que rompían el manto de oscuridad y reflejaba las vestimentas blancas que adornaban los cuerpos delgados de las personas que escuchaban arrodillados y con la frente en el suelo sus propias respiraciones.La sacerdotisa de cabello rojizo estaba en frente y sostenía con los largos dedos un cuenco repleto de sangre fresca y con la punta de los ellos dibujaba sobre la pared el símbolo del círculo que simbolizaba el planeta, el triángulo dentro de él que los simbolizaba a ellos como protectores de la medialuna dentro de él que significaba la humanidad.La mujer dio un paso atrás y contempló los trazos con admiración, había nacido para completar la tarea de sus ancestros y estaba orgullosa de estar tan cerca de conseguirlo.Caminó hasta el centro de la sala donde una mujer de cabello color chocolate colgaba desnuda de los pies y con la punta del cuchillo abrió una zanja amplia en el cuello donde los restos d
Eloísa supo en ese instante que estaba pasando una de aquellas cosas que le cambian la vida a una persona, para bien o para mal, sintió como el cuerpo le disparó torrentes de adrenalina que le inundaron todos los músculos y le enceguecieron los sentidos, así que antes de que Walter pudiera acercarse lo suficiente dio media vuelto y corrió con todas las fuerzas que pudo hacia la casa de Gael que se veía a lo lejos tan lejana y distante. La lluvia aumentó con violencia exagerada y todo alrededor se volvió un caos de agua que le hacía resbalar los pies del pavimento empapado.No quiso ni pudo detenerse a pensar qué era lo que estaba pasando, ni por qué Walter la perseguía con un cuchillo, solo podía sentir el corazón acelerado golpeándole el pecho, lo sentía en los oídos y en la cabeza y también en los puños apretados.Volteó a mirar hacia atrás y vio que el muchacho estaba a punto de alcanzarla, no sería capaz de escapar, la casa de Gael aún estaba lejos y aunque lo llamara la lluvia am
Ezequiel se paró en la acera frente a la calle, desde allí, de pie, con las manos en los bolsillos, observó los restos de sangre que la lluvia no había logrado arrastrar, y por más que quiso, no pudo hacer que las lágrimas le salieran de los ojos. Ya había llorado mucho, tanto que no le quedó de otra que salir de su miseria e ir a la casa de Harrison. El hombre había insistido rotundamente en que debían encontrarse y Ezequiel quiso pensar que sabía el paradero de Eloísa.Lucas lo abrazó por detrás, desde el instante en que supieron que su hermana había desaparecido el joven empresario no se había separado de él, y Ezequiel le agradeció en silencio, era una excelente compañía y se sentía tremendamente a salvo a su lado, como si en sus brazos trigueños nada pudiera pasarle. Se giró y enterró la cara en el hueco que formaba el cuello y el hombro del hombre y aspiró el olor dulce que tanto comenzaba a gustale. Las manos cálidas de él le acariciaron la espalda.—¿Si era su sangre? —le pre
Un hombre parecido a un doctor llegó a la habitación donde estaba Eloísa, le revisó los signos y le quitó el catéter que tenía en la mano, y por más que intentó comunicarse con él el hombre pareció ni siquiera escucharla.—Ni pierdas tu tiempo —le dijo Lucía recostada en la pared mirando las pirámides —no hablan español o al menos fingen no hacerlo —Eloísa se acarició la pierna donde el cuchillo de Walter se enterró y sintió un escalofrío solo de recordarlo.—¿Qué haces aquí? —le preguntó a la muchacha delgada, parecía que estaba en un buen estado de salud, incluso a Eloísa le pareció que había subido un par de kilos. Lucía se cruzó de brazos y se sentó en el borde de la cama con su amiga.—El día que hablé contigo cuando salía del colegio vi algo —dijo, miró a Eloísa a la cara, como su temiera contarle —Harrison amenazó a la profesora de ciencias sociales con un cuchillo, Eloísa, ella lo estaba chantajeando con contarle al director su relación y él se puso mal, intenté huir, pero Víc