Me encierro en mi oficina, la ira y la frustración bullendo en mi interior. El lobo que atrapamos resultó ser un espía de la manada de Dante, y eso confirma mis sospechas de que pronto va a atacar. Me siento acorralado y enfadado, nunca me había sentido tan vulnerable. La responsabilidad de proteger a mi esposa y a su familia pesa sobre mí como una losa, y no sé si estoy preparado para asumir ese papel.
Me sirvo una copa de licor, tratando de calmar las sensaciones que me invaden. Mientras bebo, me paro frente al retrato de mis padres, y siento una sensación de pérdida y confusión. Nunca me había sentido tan perdido, tan inseguro. Siempre había sido un hombre decidido, impulsado por la venganza y el odio. Pero ahora, con la responsabilidad de proteger a los que amo, no sé qué hacer. Me miro en el espejo del retrato, y veo a un hombre que no reconozco. Un hombre que ha sido definido por el odio y la ira durante tanto tiempo, que no sabe cómo ser de otra manera. Me pregunto si puedo cam