Observo con angustia cómo el incendio consume todo lo verde a metros de distancia, mientras mi Alfa se prepara para intervenir. Me acerco a él, preocupada por su seguridad, lo veo vestirse, rapidamente y no alcanzamos a dormir juntos como tanto el queria.
—¿Para dónde vas?—me angustio.
—Tengo que detener lo que está pasando —me responde con determinación—. Está afectando a todos en la manada, y no puedo permitir que siga así.
—Espérate, acompáñame —le digo, dispuesta a seguirlo.
—No —me responde con firmeza—Quédate aquí, no puedo ponerte en riesgo. Esto puede ser una trampa o un ataque, y necesito que tú te mantengas a salvo.
—No voy a estar tranquila mientras tú vas y te enfrentas a quién sabe qué cosas —le digo, sintiendo la ansiedad crecer en mi interior.
—Por favor, quédate aquí —me pide con una mirada suplicante—Dejaré a algunos lobos contigo, pero si algo más llega a pasar, no puedo pelear si tú estás en medio de la batalla.
—No soy tan débil —le digo, intentando convencerlo.
—N