La noche se había instalado sobre la ciudad, transformando sus calles en un mar de luces titilantes que competían con las estrellas. Clara estaba en su apartamento, observando el horizonte, donde la oscuridad ya había invadido casi todos los rincones. Pero en su mente, el caos aún no había cesado. El juego que Sofía había planteado seguía martillando en sus pensamientos, y cada decisión que tomaba la empujaba más y más hacia un abismo del cual ya no estaba segura de querer escapar.
Las palabras de Sofía aún resonaban en sus oídos: "El poder es la capacidad de manipular la percepción." La verdad detrás de esas palabras era abrumadora. Clara había estado acostumbrada a operar en un mundo donde las reglas eran claras, donde las mentiras se podían detectar y las jugadas eran previsibles. Pero ahora, todo había cambiado. No podía confiar en nadie, ni siquiera en sus propios instintos.
El timbre de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje de Sofía, breve pero directo: "La pr