La misma cafetería. La misma mesa. El mismo pedido. La misma persona lo atendía. Sin embargo, una tarde todo cambió. Eliel era de esas personas habituadas a tener una rutina. Ir a trabajar y, luego, pasar por su cafetería favorita. Disfrutaba desperdiciar el tiempo bebiendo una taza de té y leyendo un libro. Era su pasatiempo antes de regresar a su casa. Siempre solo, sin que nadie lo molestase, y le encantaba. Pero… Sí, hay un pero… Toda aquella serenidad se hará añicos cuando sea otra persona quien lo atienda y Eliel no está acostumbrado a decir más de dos palabras. En serio, él solo quería disfrutar de su té mientras leía, pero, al parecer, ya no será así. Noam será el encargado de romper su burbuja tranquila. ¿Cómo es que Noam se convirtió en una persona tan… molesta? ¿Por qué a él? Eliel no lo sabe, al menos, no al principio. Lo que comienza mal… Acaba, ¿en romance? Dicen que los polos opuestos se atraen, ¿verdad? Bueno, Eliel y Noam están a punto de comprobarlo… ****** Obra registrada en Safe Creative. No se permite copia total o parcial, sean originales. Ante cualquier tipo de plagio, se tomarán las medidas necesarias. Todos los derechos reservados.
Leer más¿Qué se puede decir o contar sobre su vida? ¿Existe algo especial que lo haga feliz? Posiblemente haya mucho que decir, que contar, y esto se volvería un testamento. Pero esa no es la idea, ¿verdad? No queremos que esta historia sea una biblia (sin ofender a los religiosos). Bueno, esta historia tampoco será narrada desde su primer día en el mundo, ¡sería tedioso hacerlo! Además, cabe la posibilidad que al hacerlo sí se convierta en un testamento y no queremos eso. Oh, tampoco empezaremos a narrar como si fuera un cuento de hadas. ¿Entonces cómo? Hay muchas maneras de contar y narrar una historia, sobre todo como la de él. Y es que es sumamente enrevesado comenzar por una cosa en particular. Todos los detalles son importantes, en serio, pero aquí no estamos tratando con detalles que no son relevantes para llegar al meollo. Queremos saber lo mas importantes, aquellos detalles que, bueno, digamos que son más picantes y entretenidos.
La vida no es color rosa y mucho menos la vida de una persona adulta, de un chico adulto.A estas alturas quizá ya existan preguntas como, ¿por qué no comienza de una vez? ¿Por qué tanto misterio? ¿Cuál es el propósito de alargar algo? Es que no es sencillo empezar a narrar sucesos que son más que complejos, por decirlo de una manera muy sutil. Como ya se mencionó, la vida de un chico adulto no es color rosa. En realidad, la vida de ninguna persona es color rosa. Sin embargo, no vamos a narrar la vida de toda la humanidad. Aquí nos centraremos en la vida de algunas personas. En un par de vidas… En una, por ahora…Allí vamos…Él tiene una personalidad especial y un carácter algo fuerte. Es tranquilo cuando se siente cómodo y está en confianza. ¿Qué si da miedo? Digamos que hubo momentos en su vida que sí daba esa sensación-sentimiento de miedo, pero ni tanto. Tuvo una infancia feliz, una adolescencia que trajo consigo todo tipo de complicaciones tanto físicas como psíquicas. ¿Y qué adolescente no atraviesa por esas complicaciones? Cualquier adolescente, por supuesto. Pero no ahondemos en detalles que ahora mismo no vienen al caso. Además, ahora él ya es un chico adulto, ¿recuerdan? Y la vida adulta sí tiene muchas complicaciones.No es fácil atravesar por tantos cambios que vienen arraigados con el arte de crecer y madurar. Dejar de ser ese jovencito que vive en casa de los padres para ser independiente y salir a la calle como un todo un hombre es algo que tiene sus pros y contras. Enfrentarse solo a un mundo desconocido y hacerse alguien dentro de una sociedad cada vez más exigente y… Ya no estamos desviando de nuevo. El punto aquí es que él ha vivido y experimentado un montón de cosas que lo han hecho ser la persona que es hoy en día. Se ha convertido en una persona que vive en paz consigo mismo, que trabaja, que gana su propio dinero, que paga sus propias cuentas. No debe nada a nadie y es, dentro de lo que cabe, feliz.Tuvo sus tropiezos y caídas. Tuvo malas experiencias. Tuvo amores que no estaban destinados a él. Tuvo vivencias que le enseñaron a ser más cauteloso.Aprendió, con el paso del tiempo, a ser más reservado con sus cosas, con ciertas cosas. Pero esto no significa que él sea una persona que no está dispuesta a abrir su corazón. En este aspecto, sin embargo, él es mucho más cuidadoso y no dejará que cualquiera vea lo que es él realmente. Y no, no es como si usara una máscara para ocultar su verdadera personalidad… Solo, tiene cuidado y ya. No dejará que cualquiera vea lo que hay dentro de sí. No dejará que cualquiera vea lo que hay dentro de su corazón. No dejará que cualquiera deje una huella dentro de su corazón…Esto no será complicado de entender una vez las cosas comiencen a desenredarse. Todo tendrá sentido y cada situación tendrá una razón y un por qué. Ah, el arte de producir intriga no es sencillo ni fácil, pero es (cómo decirlo sin que suene mal) emocionante. Causa esa sensación de querer saber qué pasará y eso también es atrayente y algo adictivo.Así que nada ya basta de alargar esta cosa que para muchos no tendrá ni son ni ton.¡Vamos a por ello!(…)Siempre ocupaba la misma mesa. La más alejada, en aquel rincón solitario. Quizá se había vuelto una rutina, quizá porque de esa manera podía disfrutar de sus dos pasiones: leer y beber un buen té, sin que nada ni nadie lo interrumpiera. Amaba esa hora de serenidad en la cual se perdía dentro de la historia que leía, dejándose llevar por el delirio del autor y aquello era acompañado por su propia imaginación.Cuando se sumía en la lectura era como si todo lo demás dejara de existir. Era solo él, la trama de la historia y su numen. Y aquello estaba bien.La misma rutina acarreaba por casi un año. La misma cafetería, la misma persona lo atendía, la misma frase corta repetía. Y estaba bien. Su vida era sencilla y le gustaba tal como era.Sin embargo, aquella costumbre se hizo trizas cuando ingresó una tarde a la cafetería y otra persona lo atendió. En serio, no estaba acostumbrado a decir más de dos palabras, pero tuvo que hacerlo y no, no porque quisiera, sino porque la persona detrás de la barra no lo conocía y él... mucho menos.Su rutina cambió desde esa tarde y de eso había pasado dos largos años.—¿Lo recuerdas? —preguntó alguien.—Por supuesto que sí —respondió.Advertencia de contenido sexual explícito.Recuperándose, Eliel se puso de pie nuevamente y se abrió la cremallera de su pantalón. Su pene estaba duro como una roca y la sensación de alivio fue agradable cuando se dio un par de caricias por encima de la tela del bóxer.—Ahora, Bebé, me chuparas y lo harás muy bien —sentenció, dejando expuesto su duro y goteante pene.Noam parpadeó, mirando el pene de su esposo. Lo quería. Quería lamerlo, chuparlo y enloquecer a Eliel con su lengua y boca.—Sí, Daddy —replicó Noam, ahogando un gemido.Eliel sostuvo con una mano la parte de atrás del cuello de Noam y con la otra guió su pene hacia los labios de Noam, frotando su glande allí. Noam sacó la lengua, lamiendo y probando antes de que Eliel se lo meta en la boca.Noam chupó, decidiendo hacer lo mejor que podía mientras intentaba llevarlo más profundo en su garganta y ahuecando sus mejillas. Quería ver a su Daddy venirse por algo que él hizo. Eliel vio la determinación de Noam en sus ojos y nunc
Estaba un poco nervioso… No, no eran nervios. Era… vergüenza. A la mierda. No había nada de malo en lo que estaba por hacer. Además, no sería la primera vez y mucho menos la última. Desde que descubrió que le gustaba usar ciertos objetos en la intimidad, se había hecho un poco aficionado al asunto. Su primera experiencia dentro del campo BDSM había sido buena y aprendió ciertos artilugios que le fueron gustando mucho más a medida que incursionaba en ese mundillo. Ciertamente, con el paso de los años, se convirtió en el dominante. Sin embargo, siempre tuvo cuidado a la hora de relacionarse con las personas. Sus antiguas relaciones fueron esporádicas y nunca sintió más que solo atracción física. Pero eso había cambiado radicalmente cuando conoció a cierto chiquillo que supo ver más allá de lo que mostraba en la superficie. Ese chiquillo logró conquistarlo y enamorarlo. Ah, cómo cambiaron las cosas desde que conoció a Noam. Se había enamorado profundamente del chico y hoy día, después de
Su teléfono vibró dentro del bolsillo del pantalón. Echó una mirada hacia la izquierda; Luisa lo observaba con una ceja arqueada.—Como que tengo que ir al…—Sin excusas. Ve y atiende el teléfono —Una sonrisa de disculpas esbozó en torno a la chica—. Quita esa sonrisa mal disimulada. Ahora ve y habla con tu novio, gerente irresponsable.—¡Hey!, soy un buen gerente —espetó, arrugando la nariz.Luisa rió por lo bajo, negando con la cabeza. Se llevaban más que bien, al punto de confirmar que eran buenos amigos y cómplices cuando necesitaban cubrirse las espaldas por ciertos asuntos nada referente a la cafetería.Imitando un intento de puchero, cruzó las puertas vaivén, rumbo a la zona más alejada del bullicio de las personas y del personal.~*~El calor trepó por sus mejillas mientras contemplaba la imagen en su teléfono. Já, luego Eliel tenía el descaro de llamarlo insolente a él.«—Quiero mi té de miel y limón» —espetó en un susurro el mensaje al pie de la fotografía.Era injusto que s
Se dirigió hacia la misma mesa, retiró la silla y se sentó parsimonioso. Dio una mirada fugaz al entorno, todo seguía igual a como lo recordaba. Inhaló gustoso el intenso aroma a café que parecía venir de cada rincón de la estancia. Y no, a él no le gustaba beber café, pero no necesariamente significaba que no le agradara el aroma. Él optaba por algo mucho más…—Disculpe la demora, aquí tiene su té —espetó alguien.Asintió, sin quitar la mirada de la persona que se marchaba nuevamente a retomar las tareas cotidianas de su trabajo.Inhaló el perfume que desprendía la humeante taza. Sí, esa esencia era mucho más gustosa que la del café.Esbozó una sonrisa nostálgica antes de dar el primer sorbo. Y mientras degustaba el té de miel y limón, en su mente comenzaron a brotar los recuerdos. Recordó la primera vez que entró a la cafetería y de cómo había quedado hechizado por la tranquilidad de esta; de cómo prefirió la mesa más apartada del bullicio de los demás clientes, de la voz suave de l
Continuación inmediata del capítulo anterior.Inhaló y exhaló hondo varias veces, sosegando el enojo. Miró fijo los ojos del mocoso y se percató del tenue miedo emergiendo de ellos. Se maldijo una y otra vez.—Jamás te haría daño, Noam —musitó—. Seré un tipo malhumorado, un idiota enojón, un maldito espurio que es incapaz de darse cuenta de muchas cosas, pero nunca te lastimaría del modo que pensaste.—Eliel, ¿qué…?—¿Te estoy haciendo daño? —cuestionó, en un susurro.—No, no de esa manera —Había algo brotando en su interior, algo tomando forma, algo que necesitaba decir, hacer… —. No entiendo. No te entiendo, Eliel. Pensé que después de todo tú…—No quiero sentir esto, mocoso —susurró, paseando los ojos por cada recoveco del rostro ajeno—. No quiero sentirme celoso, no quiero sentirme posesivo, no quiero ser así. De hecho, no soy así y luego llegas tú y modificas todo. Y lo detesto porque ya no hay manera de volver atrás.—Me gustas, Eli —¡Ay, por amor a todo lo jodido! Eliel estaba
Inhaló y exhaló hondo y comenzó a caminar rumbo al mostrador. Se colocó su mejor cara de póker; por nada del mundo dejaría que los sentimientos se apoderaran de sus acciones o reacciones, no por ahora y menos delante de la chica. Eso lo reservaba para Noam.—Noam —llamó, con tono serio y adusto.El niño borró todo rastro de alegría de su rostro y alzó la barbilla, pretendiendo meterse en el papel de gerente. A su percepción, no lo consiguió.—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó Noam.Já, como si de pronto ese tono profesional provocase algo en Eliel. Bueno, de hecho, sí provocaba algo, pero tan rápido llegaron ciertos pensamientos a su mente, los alejó. Nada de cosas raras, no cuando tenía otra cosa más importante que decir.—Sí, me puedes ayudar en algo —espetó entre dientes—. ¿Tienes algunos minutos? Necesito tratar un asunto privado contigo.—Ve, Noam —alentó la chica.«Sí, ven, Naom», pensó, con un toque de ironía.—Está bien, me tomaré cinco minutos —Bueno, tiempo suficiente para…
Último capítulo