La ciudad nunca había parecido tan distante, tan ajena. Clara caminaba por las calles vacías, su mente atrapada en la maraña de decisiones que había tomado, mientras los ecos de las instrucciones de Sofía resonaban con fuerza. La acción estaba en marcha, y el plan de Sofía ya no era solo un pensamiento abstracto; ahora era una realidad palpable, con cada uno de sus movimientos cuidadosamente orquestados.
El aire fresco de la madrugada le golpeaba la cara, y, aunque intentaba mantener la calma, su corazón latía desbocado. La noche anterior había sido un claro recordatorio de lo que estaba en juego. Ella, al igual que los demás, había sido parte de una jugada que podría resultar en el colapso de todos los cimientos que conocían, pero la duda seguía instalada en su pecho. ¿Era esto lo correcto? ¿Realmente podía confiar en Sofía? ¿Qué pasaría si todo esto se volvía en su contra?
Sofía había jugado con sus emociones, con sus miedos y sus inseguridades, llevándola a un punto sin retorno. Cl