Clara había pasado la noche sin poder dormir. Su mente seguía girando en torno a las palabras de Ignacio, a lo que le había revelado sobre su padre y las conexiones oscuras en las que estaba involucrado. Mientras la luz del amanecer comenzaba a filtrarse a través de las cortinas de su habitación, Clara se levantó de la cama, mirando al frente, sintiendo la presión en su pecho. Nada parecía encajar.
Decidió vestirse rápidamente, no tenía tiempo que perder. Sabía que debía enfrentarse a la realidad, que no podía seguir huyendo de lo que estaba por venir. Pero mientras se preparaba, una parte de ella deseaba no haber escuchado a Ignacio, desearía que todo fuera una mentira, que su padre siguiera siendo el hombre que siempre creyó que era. Pero la verdad era más compleja de lo que había imaginado.
Al llegar al despacho, Clara observó las primeras horas del día desde la ventana. A pesar de las luces de la ciudad brillando debajo de ella, todo parecía apagado, oscuro. El peso de la incertid