La decisión de Clara estaba tomada, pero el peso de lo que acababa de aceptar la envolvía como una capa invisible que le dificultaba respirar. Mientras Javier explicaba los detalles, Clara se sumergió en una especie de trance. Las piezas comenzaban a encajar, pero a la vez sentía que el futuro era tan incierto como el pasado. La realidad que había conocido ya no era más que una fachada, y la verdadera historia de su familia la arrastraba hacia una oscuridad que no había anticipado.
Al salir de la oficina, el aire fresco de la mañana le golpeó la cara. A pesar del sol brillante, el día parecía gris. El asfalto, las calles, las personas que caminaban sin saber lo que ella ahora sabía... todo parecía estar en su contra. Su mundo se había vuelto incomprensible, desmoronándose poco a poco. La figura de su padre, que hasta entonces había sido un faro de rectitud y honor, se disolvía en las sombras de sus propios errores.
Clara caminó sin rumbo fijo, buscando respuestas, pero también deseand