El diario temblaba entre las manos de Liria. Las páginas amarillentas parecían vibrar con secretos largamente silenciados, como si las palabras escritas en ellas cobraran vida propia bajo la luz vacilante de las velas. La habitación secreta tras el tapiz se había convertido en un santuario de verdades prohibidas, y ella, en su única guardiana.
Sus ojos recorrían una y otra vez las líneas escritas con una caligrafía elegante pero apresurada:
*"El matrimonio se celebró en el solsticio de invierno. Yo, Serelis de Altamar, hija de la Casa Luminosa del Sur, me convertí en la esposa del príncipe Caelan de Norvhar. Las estrellas brillaban como nunca aquella noche, y los augurios hablaban de un reinado próspero. Nadie podía imaginar entonces que mi nombre sería borrado de la historia..."*
Liria dejó escapar un jadeo. Sus dedos acariciaron el nombre escrito en tinta desvaída. Serelis. La mujer del retrato oculto. La mujer cuyos ojos habían perseguido sus sueños desde que llegó a Norvhar.
—Fue