El amanecer se filtraba perezosamente por los ventanales de la torre, dibujando patrones dorados sobre el suelo de piedra. Liria observaba el baile de la luz mientras permanecía sentada junto a la ventana, con un libro olvidado sobre su regazo. Habían pasado tres días desde su encuentro con Caelan en la biblioteca, y la conversación seguía resonando en su mente como un eco persistente.
Un ruido sutil la arrancó de sus pensamientos. Algo se deslizaba bajo la puerta de su habitación. Liria contuvo la respiración, inmóvil, observando cómo una hoja de pergamino amarillento terminaba de colarse en su habitación como un intruso silencioso.
Cuando el silencio confirmó que nadie aguardaba al otro lado, se acercó con pasos cautelosos. El pergamino tenía los bordes irregulares, como si hubiera sido arrancado de un documento más extenso. La tinta era antigua, pero las palabras permanecían claras, escritas con una caligrafía formal y ornamentada:
*"El trono pasará a..."*
Y nada más. El resto habí