NOAH ALBERTI
Estaba por entrar a la mansión cuando escuché una voz gritar mi nombre como si estuviera invocando a un demonio.
—¡NOAHHHHHH!
Cerré los ojos y me volví y allí estaba.
Kiara.
Descalza, en pijama, el cabello revuelto y con cara de me vas a explicar ahora mismo por qué carajos te fuiste a las tres de la mañana sin avisar.
—Hola, amor —dije, con la voz más calmada que encontré en medio del desastre.
—¿Dónde estuviste? ¿Por qué no me avisaste? ¿Te parece normal desaparecer así?
—Lucien me pidió un favor. Era urgente.
—¿Urgente tipo “misterioso y no contestas el teléfono”? Porque si vas a empezar con eso, volvemos al sistema de rastreo.
—No me estás rastreando, ¿verdad?
—No lo estaba… todavía. Pero después de esto lo haré.
Suspiré. Iba a responderle cuando escuché una segunda voz, cargada de sorpresa, venir desde la dirección opuesta:
—¿Kiara? — Kiara se movió y miró por sobre mi hombro.
—¿¡Tiff!?
Me giré cuando vi a Kiara correr hacia Rosa Negra como si acabara de ver a su her