“Solo tú. Solo esta noche.”
AUGUSTO DE FILIPPI
Después de dejar todo listo en la habitación, volví a la terraza.
Allí estaba ella.
Hermosa, con la brisa jugando entre sus rizos, mirando el paisaje nocturno como si fuera un secreto solo para ella.
Me acerqué en silencio, la rodeé con los brazos y deposité un beso suave en su cuello.
—¿Quieres cenar? —murmuré contra su piel.
—¿Tenemos cena?
—Tu favorita. Lasaña casera.
—¿Augusto… hiciste todo esto tú?
—Bueno… recibí un poquito de ayuda.
—Está todo… tan bonito.
—Cada detalle fue pensado para ti, Lucy.
La vi sonreír. Esa sonrisa dulce que me desarma, que me hace sentir que todo lo vale.
Cenamos bajo las luces cálidas del balcón. Reímos por tonterías, compartimos anécdotas que ya conocíamos pero que igual nos hacían gracia. Le serví un poco de postre —porque sé que no puede resistirse al chocolate— y luego pusimos una película, aunque la pantalla pronto se volvió un simple fondo.
Estábamos en el sofá. Yo sentado, y ella montada sobre mí, con sus piernas a ambos lado