JOSH MEDICCI
Terminé de almorzar con Damian y Román, sin muchas ganas de volver al trabajo. La mañana había sido larga, pelear con Marie porque quería irse a meter a un nido de ratas y yo no la dejé me había dejado agotado, y el calor no ayudaba. Me dolía el cuello, los músculos me ardían, y solo quería acostarme cinco minutos antes de seguir con la rutina infernal. Caminé hasta la casa donde solíamos cambiarnos y descansar. Estaba vacía. y las cortinas cerradas. Perfecto.
Tiré mis botas a un rincón, me desabroché la camisa y me dejé caer sobre la cama con un suspiro de alivio.
—¿Qué…? —murmuré, al sentir un cosquilleo en el cuello.
Giré la cabeza y un destello me golpeó el ojo. Entrecerré los párpados. Había… ¿brillo?
Me incorporé lentamente, y vi... ¡brillitos! ¡BRILLITOS SALTANDO DE MI CAMISA!
—¿Qué mier...?
Encendí la luz por completo. y corrí las cortinas. La cama estaba cubierta. No. No solo la cama. Todo estaba cubierto: mi almohada, mis sábanas, mi mochila, mis zapatos, mis p