Se viene su venganza.
JOSH MEDICCI
La acompañé hasta su habitación en silencio. Después de lo que descargó en el gimnasio, su respiración se había calmado, pero sus ojos aún estaban hinchados. No dijo una palabra mientras cruzábamos el pasillo. Tampoco lo esperaba. A veces, el silencio cura más que cualquier discurso.
Abrió la puerta y entró.
El desastre era… absoluto.
Almohadas por el suelo. Ropa tirada por todos lados. Zapatos esparcidos como si hubiera caído una bomba. Su explosión de rabia había sido literal.
Marie se sentó en el borde de la cama y se sobó sus manos que aun estaban rojas por los golpes. No me miró.
Yo miré el desastre.
Y sin decir nada… empecé a ordenar.
Doblé su ropa, recogí las mantas, rehice la cama. Guardé un zapato, luego el otro. Colgué una chaqueta, levanté las almohadas. Todo en silencio. Todo como si fuera rutina.
Ella no dijo nada.
Cuando terminé, caminé hacia la puerta. No quería molestarla más.
—Josh…
Me detuve.
—Gracias.
Me giré apenas.
—Es mi trabajo pequeña —dije, y salí