LUCIEN MORETTI
El atardecer se colaba por las ventanas del salón, tiñendo las paredes de tonos cálidos, como si la casa estuviera envuelta en un abrazo. Addy y yo estábamos sentados en el sofá, compartiendo una manta, un bowl de palomitas y el mejor espectáculo del mundo: nuestros hermanos enamorándose.
—Te apuesto diez galletas que se besan hoy —susurró Addy, acomodándose en mi hombro.
—¿Solo diez? —respondí con una sonrisa torcida—. Mi amor, eso va a pasar en cualquier momento.
Addy alzó una ceja, divertida.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque soy hombre veo las señales
Desde la sala, teníamos visión perfecta del jardín. Vimos cómo Lucy volvió de hablar con papá con esa cara de “papá me dio permiso, pero aún no me lo creo”. Y luego, cómo tomó su cuaderno con un suspiro.
—Mira, ella ya leyó la nota —dije bajito.
— ¿Qué nota?
— Cuando estábamos jugando con Agus, él corrió a escribir algo en el cuaderno de Lucy.
— ¿De verdad? Quien lo creería de mi hermanito
—Y mira a Lucy, va directo a abrazar e