JOSH MEDICCI

La piscina estaba tranquila, la superficie del agua reflejaba el sol como un espejo, pero todo eso no me importaba. Mi atención estaba completamente en ella: Marie. No era la primera vez que la veía cerca del agua, pero sí era la primera vez desde aquel incidente. Mi mente todavía evocaba la imagen de ella cayendo a la piscina, luchando por salir, su cuerpo tembloroso y casi ahogado. Mi cuerpo se tensó solo de pensarlo. No iba a dejar que eso volviera a pasar.

—No te preocupes, Marie. Te lo prometí, ¿recuerdas? —le dije, manteniendo mi tono tranquilo, mi voz grave, sabiendo que su ansiedad por estar en el agua comenzaba a calarla.

Ella me miró con los ojos llenos de frustración, la camiseta de baño ajustada a su cuerpo, pero con una expresión que decía que estaba a punto de explotar. Sabía que estaba peleando contra sí misma, contra esa sensación de miedo que había quedado desde la caída. Y, por más que intentaba mostrarme paciente, ver la ansiedad en su rostro me estaba