Después de la emocionante tarde de compras, Bastien no podía quedarse quieto.
—¡Hoy mismo la armamos! —dijo, frotándose las manos como un niño emocionado mientras miraba la caja enorme de la cuna en medio de la habitación
Kate y Ara que venían con una taza de té, se sentaron en la cama a ver como lo armaban y Bastien miraba la caja como un guerrero que se prepara para su batalla más importante.
Kate y Ara estaban listas para ver el espectáculo. No querían perderse ni un segundo.
—¿Estás seguro de que no quieres nuestra ayuda, amor? —preguntó Kate, sabiendo perfectamente cuál sería la respuesta.
—¿Yo? ¡Por favor, mujer de poca fe! ¡Esto es pan comido! — Luego sonrió y besó su frente — no, princesa, esto es un asunto de hombres .
Lucca, que acababa de llegar, alzó una ceja divertido.
—¿Asunto de hombres? —repitió con sorna—. ¿Sabes leer manuales, Bastien? — Le preguntó Kate divertida ante su actitud.
Bastien le lanzó una mirada desafiante.
—No necesito manuales, solo necesito fuerza bru