El. perfume
Veinte años atrás
La tarde había caído suave sobre la ciudad, tiñendo los edificios de tonos dorados y rosados. El aire olía a mar y a verano. Martina caminaba a su lado, con los dedos entrelazados con los de él, mientras los pasos se perdían entre las piedras antiguas de la calle. A su alrededor, el murmullo de las personas, las risas a lo lejos, y las luces de las vitrinas encendidas parecían parte de una coreografía que se movía al ritmo de su respiración.
Adriano caminaba con esa elegancia innata que lo distinguía, con la espalda recta y una mirada que no se distraía por nada ni por nadie. Pero esa tarde, sus ojos solo la buscaban a ella. Martina lo notaba en los breves silencios, en la forma en que su pulgar rozaba el dorso de su mano. Había algo diferente, una calma dulce, una complicidad silenciosa que los envolvía.
Se detuvieron frente a una tienda discreta, sin grandes letreros ni vitrinas llamativas. Una boutique de lujo cuyo nombre apenas se leía grabado en letras doradas