Capítulo 59
Un Alfa dulce
Erick no dijo nada más. Su instinto fue tomarla de la mano, envolver sus dedos con los de ella, la calidez que sintió al tocarla fue tan intensa que su lobo interior se agitó. Era una sensación que no tenía nada que ver con deseo físico, sino con un impulso de protección feroz.
—Vamos adentro —murmuró, guiándola con firmeza pero con cuidado.
Ella no se resistió, fueron caminando lentamente atravesaron los jardines en silencio, y él la llevó por uno de los pasillos laterales, evitando la vista de los demás. Una vez dentro de la residencia, subieron por la escalera que conducía a la habitación que deberían compartir como esposos, aunque no los haya unido el amoradie los detuvo. Era como si el universo les diera ese instante a solas.
Cuando llegaron frente a su habitación, Erick vaciló. Luego abrió la puerta e hizo un gesto para que entrara. Maya dudó, mirándolo como si temiera estar cruzando un límite.
—No es lo que parece —aclaró él al ver su expresión—. Solo