Capítulo 54
Una vieja amiga llega
Maya llevaba horas encerrada en su habitación, sin una sola explicación. Los guardias solo habían dicho que eran órdenes directas del rey alfa Erick. Nada más. La impotencia se le había ido acumulando en el pecho como una niebla espesa. Caminaba de un lado al otro, mordiendo la uña del pulgar, con la mente encendida en mil suposiciones. ¿Había pasado algo en Selmorra? ¿Estaba en peligro alguien que ella conocía?
Se giró de golpe cuando escuchó los nudillos golpear la madera. Corrió a abrir con ansiedad, con el corazón en la garganta.
—¡Por fin! —exclamó al ver a Bastian del otro lado tras abrir la puerta.—. Al menos ahora sabré qué está pasando.
Él no respondió de inmediato. Se quedó mirándola con esos ojos fríos que, sin embargo, no lograban ocultar una leve tensión bajo la superficie. Entró sin que ella lo invitara, y cerró la puerta tras de sí con un gesto firme.
—Necesito que respondas con claridad —dijo con voz controlada—. ¿En Lunareth tenías a