Capítulo 25
Deberes como una Luna
El agua caliente caía sobre mi espalda, dibujando caminos temblorosos en mi piel. Cerré los ojos y apreté los labios para contener ese nudo que se me había formado en el pecho desde la noche anterior. La imagen volvía una y otra vez como un eco: Erick de pie junto a esa omega, tan cerca, hablando en voz baja… ella con su cabello rubio perfectamente peinado, con su sonrisa medida, con esa mirada que no necesitaba palabras para marcar territorio.
No debería haberme dolido. No a mí. Yo no vine aquí por amor, ni por elección. Esto era un trato. Un acuerdo. Y sin embargo, algo en mí se desacomodó.
Apoyé las manos en la pared de piedra y respiré hondo. Era absurdo sentir celos de alguien con quien no tengo más