(Casa de ?????)
Mi cabeza estaba dando vueltas esa noche como un maldito trompo, me pesan los párpados, carajo ¿Cuánto bebí anoche? Incluso el cosquilleo de las sábanas de seda deslizándose por mi cuerpo me produce una sensación de malestar cuando me siento en la cama.
Un momento, ¿Sábanas de seda? ¿En mi cama?
«¿Desde cuándo tengo sábanas de seda?»
— ¿A dónde vas? — Escucho una voz masculina a mis espaldas, sujetándome de la muñeca para detenerme. — ¿Piensas irte sin decir nada acaso?
Un leve sonrojo decora mis mejillas, no me atrevo a girarme pero una mano gruesa y rasposa se desliza por mi abdomen bajo, apenas alcanzo a ver el antebrazo tatuado cuando siento el peso de un mentón que se apoya en mi hombro y los besos en la curvatura del cuello me causan... ¿Emoción?
«¡No! ¡Concéntrate, Valeria! ¡No dejes que ese rostro esculpido por los dioses te engañe!»
— ¿Cómo podría irme sin avisar? — Me giré hacia él y le dí un beso en los labios. — Solo me sentí un poco entumecida.
Él sonrió con picardía, haciéndome acordar que lo estuvimos haciendo TODA la noche.
«¿Acaso me han enviado a las fauces de una bestia sexual?» No pude evitar pensar.
— El otro día dijiste que el collar de Diamantes era demasiado para tí, ¿Qué tal si usas uno de perlas en su lugar? — Preguntó de la nada, mirándome a los ojos. — O tal vez prefieras que compre la joyería completa como regalo de cumpleaños. Tú solo pídeme lo que quieras.
«Y pensar que hace nada me maldecías con toda la boca.» No pude evitar reírme y acariciar su cabello, como a un perro.
— Haz lo que quieras.
Él me miró con una cara suprema de emoción, sus ojos verdes lucen brillantes y felices de que yo hubiera hecho algo tan simple como aceptar un regalo costoso por mi cumpleaños.
«Pero no te dejes engatusar por esas palabras gentiles, Valeria. Tú no puedes caer ante sus encantos.»
Miro la hora en el reloj de mi teléfono, hay una notificacion de un mensaje que Isabella me envió la noche anterior.
''¿Lo lograste?''
Trago saliva y escondo el teléfono de nuevo tras borrar el mensaje, Maximiliano sale de la ducha y se encamina hacia mi dirección con el cabello mojado y solamente una toalla húmeda adherida a la mitad inferior de su cuerpo y yo siento que se me acelera el corazón, intento no mirar a donde no debo, pero todo Maximiliano Landolfi se siente como un completo pecado.
(Meses antes)
(Eden Nightclub)
El Imperio Nocturno burbujeaba con la energía de la noche. Música electrónica a todo volumen y luces neón tiñendo el ambiente, un mundo completamente diferente al decrépito departamento de Gustavo. Aquí él se convertía en otra persona detrás de la barra de licores, es increíble ver cómo pasa de ser un ermitaño a una persona decente y sociable, casi como un super poder.
— No puedo creer que sea el mismo tipo—, murmuró Marcos. —Finalmente, parece una persona decente.
Gus levantó la vista. Sirvió una bebida y se inclinó hacia nosotros. — Oh, Marcos, ¿es eso un cumplido? Guárdatelos. No estoy de humor para los halagos de alguien que presume de tener un sitio web 'impenetrable' y luego se deja hackear por un fantasma.
Suspiro, estos dos imbéciles jamás dejarán de pelearse.
— ¿Por qué hay tantos guardias rondando los alrededores, Gustavo? — pregunto, notando la cantidad de hombres portando armas y walkie talkies. — Es bastante obvio que están mezclados entre las personas.
— Es porque hoy llegaron unos tipos de élite. Vienen con bastante frecuencia pero hoy llegaron de repente y en un estado.., más que inconveniente. — Explica. — Los guardias están evitando que ocurran cualquier tipo de incidentes.
— ¿Incidentes?
Gustavo permaneció callado algunos segundos.
— Ya sabes cómo son este tipo de personas... El área VIP es un desastre en este momento, mi contacto debe estar sufriendo al atender niños mimados con aires de grandeza. Ya han acosado a dos camareras y ocasionado tres peleas en lo que va de la semana.
Antes de que pudiera decir algo una figura capta mi atención, un hombre que no combinaba para nada con la atmósfera del club, usando una camisa de lino blanca, casi playera. Todas las miradas se posaron en él -Incluso la mía-
«¿De dónde ha salido este hombre...?» Intento concentrarme en mi trago, pero siento que mi corazón empieza a bombear rápido cuando él se acerca y se apoya en la barra. ¡Dios, que cuerpo!
«¡No, Valeria! ¡¿En qué estás pensando?!» Tosí, casi escupo la bebida que me dió gustavo por la nariz y codeé a Marcos cuando quiso reírse de mí. El imponente hombre y yo cruzamos miradas, pero, aparentemente la chispa que saltó fue solamente algo unilateral.
«¿Por qué este jodido psicópata me mira como a una cucaracha molesta...?»
Oh no, un niño bonito con pésima actitud... Ni siquiera lo hace menos atractivo.
Entonces, él abrió la boca para hablar.
— Yo... Te he estado buscando.
Por accidente derramé mi bebida luego de escucharlo.
No hay forma de describir el pánico que sentí en ese momento, como un niño cuando sus padres descubren que hizo algo malo. ¿Acaso él... Me reconoció?
Pero, sorpresivamente no se dirigió a mí, sino a Gustavo.
— Por fin te encuentro—, dijo el hombre, su voz grave y resonante, pero con un tono que sonó extrañamente íntimo en el ruidoso club. —Llevo mucho tiempo buscándote. No sabes el deseo que tenía de verte.
le estaba hablando... ¿a Gus?
Gus, por su parte, dejó caer la coctelera con un golpe sordo, completamente desorientado.
El hombre se inclinó un poco sobre la barra, bajando la voz. —No creí que te volvería a ver. Pensé que nunca volverías. Es sorpresivo. Sabes, lo que me hiciste la última vez... fue inolvidable.
Gus parpadeó — Yo... yo no sé a qué se refiere, señor...
— Eres el bartender estafador, ¿No te puse una denuncia por usurero el mes pasado?
Entonces La atmósfera se tensó abruptamente.
— Inolvidable, sí. Tan inolvidable que por tu amigo casi pierdo una fortuna y me hicieron quedar como un idiota—, espetó el hombre. —Me estafaste, bastardo. Y por eso, me aseguré de que te despidieran de ese puesto. Lo que quiero ahora es que pagues por ello.
— N-no sé de qué habla, señor... ¿Cómo podría yo hacer tal cosa? — Gustavo se volvió un manojo de nervios baja aquella mirada crítica. — El bartender que usted mandó despedir no he sido yo... Ha sido mi hermano que es idéntico a mí. Lo que pasó... puedo explicárselo. Y tengo lo que usted busca. Está en el área VIP. Si me permite... se lo conseguiré ahora mismo. Gratis. Considere esto una compensación.
— Yo que usted lo miraría más de cerca, señor.
Gustavo le dedica una mirada mortal a Marcos por ese comentario.
— Más te vale—, advirtió el hombre antes de irse.—No me hagas esperar.
—... Terrorífico. — Fue lo que se me ocurrió decir.
Marcos soltó una carcajada ahogada, el sonido casi perdido en la música. — Parece que alguien finalmente fue capaz de poner a Gus en su lugar. No lo había visto tan sumiso en años.
Me quedé mirando el lugar donde había estado aquel hombre, justo al pie de las escaleras VIP algo brillaba muy poco en el suelo oscuro.
— Marcos, mira.
Era una billetera abandonada, probablemente debió caérsele al hombre de la camisa de lino cuando se giró a subir las escaleras.
—Espera aquí, Marcos— dije con la billetera en la mano.
Marcos me miró, sorprendido. —¿A dónde vas? ¿Vas a... devolverla? ¿A ese hombre que te miró como a una piedra en el costado del camino?
—Sí, bueno... Solo la llevaré al área VIP y la dejaré en objetos perdidos. —, respondí— Espérame. No tardo.
El área VIP del Imperio Nocturno era aún más opulenta y, sorprendentemente, menos ruidosa que el nivel inferior. Había reservados privados, sillones de cuero y una iluminación tenue que invitaba a la discreción. Intenté girar mi cabeza en busca del hombre de camisa de lino, y lo encontré... Pero no de la forma en que esperaba.
No estaba solo. Sentada frente a él, con el rostro cubierto de lágrimas, estaba una mujer.
—¿Es que no entiendes, Isabella?—, la voz del hombre era un susurro cruel, apenas audible por encima del murmullo del club, pero cargado de una frialdad glacial. —Ya te lo he dicho cien veces. No me interesas. No hay nada más que hablar. Solo he venido hasta esta pocilga para dejarte en claro que no pienso seguir soportando tu obsesión conmigo. Así que déjame en paz.
— Por favor, dame otra oportunidad. Sé que podemos arreglarlo. Te amo, Alejandro. Por favor, no me dejes. —Extendía una mano temblorosa hacia él, que él ignoraba por completo.
No pude escucharlo más.
Con el corazón acelerado me encerré en el baño más cercano, siento como si estuviera viviendo una pesadilla y recuerdos del pasado vuelven a mi cabeza, cosas que desearía olvidar con todas mis fuerzas. No sé cuánto tiempo estuve abrazada a mis piernas
Cuando finalmente salí vi a la mujer junto al lavamanos, llorando desconsoladamente. Su hermoso rostro estaba empapado en lágrimas, y sus hombros temblaban mientras se inclinaba sobre el fregadero.
— ¡T-tú! Es decir... Usted...
—¿Estás bien? —pregunté, ofreciéndole el pañuelo—. No sé qué pasó, pero si ese tipo te trata así, deberías terminar con él... Lo siento, escuché la conversación que ustedes tuvieron sin permiso... ¡Juro que no diré nada, así que por favor no me vea como una amenaza!
—No te preocupes por eso, es culpa nuestra por hacer este tipo de... Escenas en público —murmuró entre sollozos—. Sé lo que intentas decir, pero él es... Un hombre muy poderoso que solo utiliza a las mujeres como objetos desechables, solo sabe resolver las cosas con dinero y yo...
Ella me miró a los ojos, pero yo no esperaba que me tomara de las manos.
—... lamento que hayas tenido que presenciar una cara tan fea mía, Valeria.
«Un momento... ¿Acaso ella?»
— ¿...Quién le dijo mi nombre?
Pero ella no me soltó. Sus ojos, ahora llenos de una desesperación creciente me atravesaron como una espada.
—Necesito ayuda —murmuró—. Él... él es tan cruel, pero lo necesito. Me está arruinando, y no sé qué hacer. Si él me deja, no tengo nada. Él controla todo... Mi casa, mis cuentas, incluso mis contactos. Y la última vez... la última vez me dijo que me dejaría en la calle si no le conseguía lo que quería. No sé por qué lo necesita, pero si no lo hago, me quitará hasta el último centavo. Y mi hermana... ella depende de mí...
Además, todavía había algo en la sonrisa dulce de esa mujer que me estaba dando repelús. Sin querer me zafo de su agarre, pero ella no parece ofenderse por el manotazo.
—Y... y también lo siento mucho por lo de tu computadora y tu teléfono —dijo de repente, con un nuevo hilo de lágrimas bajándole por las mejillas—. Fue la única forma que encontré para que me hicieras caso. Pero prometo que, si me ayudas, te quitaré el virus y te dejaré en paz. Te lo juro.
—¿Fui... fuiste tú? —mi voz se volvió áspera, apenas un murmullo antes de transformarse en un rugido sordo que hizo eco en el pequeño baño—. ¡¿FUISTE TÚ LA QUE HACKEÓ MI SISTEMA?! ¡¿TÚ LA QUE SABE MI NOMBRE Y ME ESTÁ AMENAZANDO CON ACCIONES LEGALES?!
— ¡No me dejaste otra alternativa, estabas ignorándome! — Ella trata de explicarse. — Yo realmente necesito tu ayuda, eres la única persona a la que puedo acudir. Yo necesito contratar tus servicios, definitivamente tienes que ayudarme. ¡No hay nadie más para mí que tú!
— Lo siento, no me interesa ayudarte.
¿Cómo se supone que voy a ayudar a una persona como esta?
—Por favor, Valeria —dijo—. Sé que esto es mucho, y no esperaba... No soy lo que crees. No quiero hacerte daño. Lo juro. Yo solo quiero venganza.
— ¿Perdón?
— Venganza, eso es lo que quiero. Quiero que Maximiliano reciba una cucharada de su propia medicina. Que sienta lo que es ser humillado, lo que es perderlo todo. Y tú... tú eres la única que puede hacérselo.
Sí, había escuchado muy bien.
— Quiero burlarme del hombre que se burló de mí... Yo estoy cansada de sufrir por un amor no correspondido... Quiero hacer pagar un poco de lo que he recibido todos estos años. Tal vez no parezco alguien de fiar, pero créeme que no es así. Y tú saldrás beneficiada de todo esto... Tú definitivamente no podrías dejar pasar esta oportunidad. Solo necesito una amante para mi prometido. Una mujer que lo haga subir al cielo y luego lo deje caer sobre su propio rostro
Quizá en un ambiente diferente me habría tomado la molestia de preguntar primero, o habría aceptado sin fijarme demasiado en los detalles.
«Pero la maldita sonrisa arrogante de ese tipo me pone de los nervios... Es como si viera a través de todo.»
Sin embargo, cuando esa extraña mujer abrió la boca para contarme los detalles de su plan fue aún más loco todavía.
Porque realmente no tenía nada que perder.
Y la propuesta era tan jodidamente buena que incluso mi ética laboral tambaleó.