Seis

(Horas Antes de la fiesta)

En mi vida jamás me había sentido como una superestrella, al menos no hasta el día de hoy.

Normalmente yo misma me encargo de la producción d mis personajes, el maquillaje y el peinado, incluso consigo mi propio vestuario. Pero hoy era diferente, habían personas de todo tipo arreglando y cuidando cada pequeño detalle de mi imagen personal, desde las uñas de las manos hasta masajes que aliviaban la tensión de mi cuello.

«¿Pero cómo se supone que voy a relajarme cuando Isabella me está mirando fijamente?» Sentía escalofríos desde mi silla reclinada.

— Todavía le falta demasiado, Maximiliano está al pendiente de los más mínimos detalles. Incluso el color y el largo de tus uñas no debe ser excesivo. — Se acercó a mí. — Necesitamos a otra persona que se encargue de su postura, es terrible que incluso sentada te veas... Así.

¿Así? ¿Cómo que así?

Yo siempre estuve segura de mi belleza, consideraba que mi cabello castaño y ojos Olivo eran un gancho que no dejaba de usar a mi beneficio, sin embargo, Isabella es realmente hermosa con su cabello negro lacio y facciones suaves. Entiendo que, comparada con ella, probablemente parezco un adhefesio andante.

«¿Cómo un hombre podría siquiera pensar en traicionarla? Ese Maximiliano seguro es un completo hijo de puta muejriego.»

— Pero, realmente no lo entiendo ¿Por qué no rompen el compromiso simplemente?

Isabella parpadeó un par de segundos antes de reírse, me sentí avergonzada.

— Este tipo de clase social elitista no te da la facilidad de ser libre como piensas, Valeria. — Tomó un cepillo y empezó a cepillar mi peluca detrás de mí. —  No puedes romper un compromiso entre dos grandes familias de manera unilateral, hacer eso sería una deshonra a la historia y la tradición, Maximiliano es demasiado astuto y encontrará la forma de amarrarse a mí de cualquier forma, es por eso que necesito que ocurra algo grande que ni siquiera pueda refutar, es ahí donde entras tú.

— Ya veo... — Murmuro.

— Sé que tú podrás lograrlo, eres la única persona a la que puedo acudir por ayuda.

Cuando gira mi silla me veo al espejo, todos los trabajadores terminan con lo suyo.

«El trabajo de un profesional realmente está a otro nivel...» Me admiro en el espejo, con este nivel de producción que resalta mis facciones sin cambiar radicalmente mi rostro parezco yo misma... Pero diferente, nada como yo hacía antes.

Isabella pone una mano en mi hombro, yo veo su expresión facial desde el espejo y trago saliva de incomodidad.

«Para ser tan bonita a veces hace expresiones que dan miedo.»

—A partir de ahora tu nombre no será Valeria. — Me dice ella cuando finalmente nos quedamos a solas. — Tu nombre será...

(Actualmente, después de la fiesta)

Mis dedos tiemblan un poco sobre el cinturón de seguridad, veinte minutos habían pasado desde que dejamos de ver las luces de la ciudad, y Maximiliano aún no decía la primera palabra para romper el hielo.

Estábamos solos, antes de salir de la ciudad Maximiliano cambió su auto por un coche deportivo que ya estaba preparado en el estacionamiento subterráneo de un hotel lujoso, ahora él es el conductor y yo estaba sentada en el asiento del copiloto.

«¿En qué momento siquiera pidió que le rpeparen el auto? ¿Siempre es tan meticuloso con todo?» Lo miro de reojo, pero me siento completamente incapaz de seguirme quedando en silencio, así que intentaré romper el hielo de una vez por todas.

— El cielo está lleno de estrellas esta noche, ¿Verdad?

Mis mejillas se ruborizaron de la verguenza cuando él me miró como si yo efectivamente fuera una tonta que no sabe nada del mundo.

«¡Fue lo primero que pensé! ¡¿Está bien?! ¡Tonta Valeria, el cielo siempre está lleno de estrellas!» Quise golpearme la cabeza contra el tablero.

— ¡Quise decir! — Aclaré. — Desde aquí las estrellas se ven mucho mejor.

Aún así todo lo que recibí fue silencio y decidí hundirme en mi asiento de nuevo.

El auto de Maximiliano parecía tener vida propia, una vida alimentada por una dieta constante de adrenalina y desprecio por las normas de tránsito. Yo estaba aferrándome a mi asiento como si mi vida dependiera de ello, y en ese momento sinceramente creo que así es, estaba sintiendo cada sacudida y cada acelerón como un latigazo que me postraba en la silla.

— Podrías bajar un poco la velocidad, ¿No crees? El camino está muy oscuro. Los accidentes son muy comunes últimamente.

Maximiliano me miró sin darle ni un poquito de importancia.

« ¡¿Piensas matarnos en un accidente o qué?! Si te quieres morir ¡Entonces ve y hazlo solo, no me arrastres contigo!»

Justo cuando pensaba que la velocidad ya no podía aumentar más, Maximiliano gira bruscamente el volante. No había disminuido la velocidad, el hijo de perra simpelemente se lanzó a una curva que parecía directamente sacada de una película de persecución pero con bajo presupuesto.

— ¡¿Qué carajos es lo que te pasa?! ¡¿Qué está mal contigo?!

Justo cuando pensaba que la velocidad no podía aumentar más, Maximiliano giró bruscamente el volante y el resultado fue instantáneo: La inercia me agarró con fuerza y salí disparada a impactar mi rostro de lleno contra la ventana del copiloto, por un instante me quedé pegada allí como una mosca atrapada en una telaraña.

— Pfft. ¿Estás bien?

¡¿Vas a reírte, desgraciado?!

— ¡Casi me dislocas el cuello!

Realmente estoy haciendo mi mejor esfuerzo por llevarme bien con este lunático, quien sabe si su verdadera intención no es dejarme varada a media carretera. Así que lo mejor que pensé en hacer era sacar mi teléfono para hablar con Isabella, necesito un consejo para aprender a llevarme mejor con este cretino.

Aunque en mi mente quería mandar un codificado mensaje de auxilio.

(algo así como "¡PELIGRO! ¡CONDUCE COMO UN DESQUICIADO! ¡SOS!")

Pero antes de que pudiera siquiera presionar el botón de enviar, su mano apareció como un rayo, arrebatándome el teléfono con una agilidad sorprendente.

— ¡¿Qué diablos te pasa?!

— ¿A dónde tan distraída mi querida copiloto? — preguntó Maximiliano, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

— Iba a... a ver la hora, — mentí, sentí un terrible escalofrío en mi espalda.

 — Oh, la hora. No te preocupes por la hora. A donde vamos, el tiempo no existe... y tampoco la señal telefónica.

Y, antes de que pudiera reaccionar, ese (MALDITO) bastardo bajó la ventanilla y aventó descuidadamente mi teléfono al vacío de la noche.

— ¡¿Qué demonios has hecho?!

Maximiliano encogió los hombros con una despreocupación estudiada.

—Ya te dije, cariño, sin señal por estos lares. No te preocupes, luego te compro uno nuevo.

 El teléfono... el teléfono tenía el rastreador. Isabella se lo había instalado.

— ¡Quiero mi teléfono de vuelta, Maximiliano! — exijo a punto de entrar en pánico—¡No tenías ningún derecho a hacer eso! ¡Era mío! ¡Es mi teléfono y quiero que lo recojas!

Maximiliano frenó el auto de golpe, sin previo aviso. Los neumáticos chillaron lastimeramente sobre el asfalto agrietado.

— Si tanto lo deseas,— hizo una pausa dramática, señalando la oscuridad que los envolvía, — Bájate a recogerlo. Pero quiero que sepas que depende de mí si esta noche regresas a casa o no.

Él me miró a los ojos con una expresión de no estar bromeando, y fue cuando realmente me dí cuenta de lo peligroso que sería estar cerca de este hombre.

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