Tres.

Primer Acto.

Se abre el telón.

Una hora.

Llevo observando a Maximiliano Landolfi desde una esquina con buena cobertura visual, con una copa ya vacía en la mano, pero ese hombre realmente lleva más de una hora hablando con todas las mujeres que lo rodearon apenas llegó, volviéndolo completamente inaseccible para mí.

«Isabella dijo que por ser mujer tenía el 80% de ventaja sobre los demás..., por lo visto no soy la única que lo sabe.» Medito mientras intento conservar la calma antes de hacerme un espacio sin saber cómo podría acercarme y llamar su atención en estas circunstancias.

En una esquina remota pero con una buena cobertura visual del escenario se encuentra Valeria, copa en mano -Ya vacía de nuevo- Había estado observando a Maximiliano durante al menos una hora desde una posición estática. Afortunadamente, la oportunidad de hablar llegó antes de lo pensado.

— ¿Ya decidiste con quien bailar esta noche, señor?

La dama tímida se ruborizó de las mejillas, una mujer muy hermosa, pero probablemente no lo suficiente como para engatusarlo. Y era que faltaba algo más que una belleza vacía con este tipo de hombres aparentemente impenetrables.

— La mujer que escoja será muy afortunada.

Por supuesto, todas quieren tener un encuentro cercano con Maximiliano.

— Por favor, señoritas. Es bastante claro que el único afortunado voy a ser yo.

— Pfft.

«¿Cómo un hombre tan cotizado puede verse tan barato?» Me cubrí la boca cuando voltearon a mirarme mal por haberme reído. Era obvio que a Maximiliano solo le interesaba recibir atención de las señoritas, para nadie es una sorpresa que odie tanto a su prometida y aún así se las arregla para encontrar la forma más jodidamente ingeniosa para llevarse otras mujeres a la cama fuera de la vista del público.

— Usted y su familia son muy amables al organizar el evento de tal magnitud en beneficio a los más necesitados, se nota que hay mucho esfuerzo tras bambalinas este año.

— Sí, habría sido bueno que ellos estuviesen aquí para verlo. ¿No es verdad?— Dije, convirtiendome en el nuevo centro de atención.— Es un poco sosa también, pero supongo que los Landolfi nunca se han caracterizado por tener un buen sentido de la moda.

Intento verme lo mejor que puedo, postura erguida y refinada. Maximiliano me mira desde los pies hasta la cabeza, como si estuviera decidiendo si vale la pena hablar conmigo o no, pero no le permití responder y volví a hablar:

— La decoración es tan espléndida como un museo: Un montón de objetos costosos e invaluables esparcidos por todos lados para que los asistentes los puedan observar. Por lo menos ellos lo usan para enseñarnos sobre diversas historias en el pasado, no para así tener algo de lo que presumir ya que, por ética, no puede revelar cuánto dinero invirtieron en organizar el evento de este año. Es como si le hubieras dejado a una turba de monos jugar con un montón de objetos caros y luego les permitieran dejarlos en cualquier sitio.

¿Qué necesidad había de colocar un jarrón invaluable en la mesa de comestibles y un cuadro lujoso en la pared tras el cesto de la basura?

— Vaya, parece que tenemos a una decoradora experta aquí.

— Aparentemente más que usted sí, señor.

— Ya que parece que tienes las agallas suficientes para hablarme con esa lengua tan afilada espero que al meno sea consciente de quién soy yo... Y en dónde está parada usted.

Sonreí, pero la mirada de Maximiliano era fuego puro, incluso sentía que me estaba quemando las entrañas.

¿Debería echarle un poco más de leña?

Maximiliano es el tipo de hombres que adora recibir halagos por un mero interés sexual, es fácil de deducir cuando solo mira los pechos de las mujeres que le están hablando.

«¿Debería bajarme más el escote también...?»

Una persona así no podría atraparse jamás con boberías cursis y románticas.

— Mis cimientos no están sobre una base de arena, mi señor. ¿Qué hay de los suyos?

— ¿Es eso un insulto o una amenaza?

De cierta forma, un poco gratificante ver cómo las mejillas se le ponen rojas de la furia.

Era similar a ver un bebé león que no había aprendido a ocultar sus garras todavía.

— Yo lo veo como un consejo, pero puede tomarlo como le parezca. A su salud, sir.

Las miradas desaprobatorias siempre tenían que concentrarse en un punto en común al final, ¿Quién más sería en ese momento de no ser por mí?

‘’Solo es una borracha, dejen que haga lo que quiera.’’

Se escuchar decir a Maximiliano para tratar de minimizar mi presencia y reducirla a nada.

Pero la sonrisa de la victoria no me quita del rostro.

(...)

 — Aah. . . Eso fue tan bueno.

En ese momento me hubiera gustado tener una fotografía de la expresión de Maximiliano, estoy muy segura que no está acostumbrado a que las cosas no salgan como se lo espera, al final sentí que los pies adoloridos por los zapatos estrechos de tacón dieron buenos resultados.

Me miré en el espejo del baño una vez más, arreglándome la peluca rubia y retocando mi maquillaje.

— ¿Quién eres y quién te crees para dirigirte a mí como se te de la gana?

Aunque esperaba que volviera a buscarme, jamás esperé que Maximiliano estuviera esperándome fuera del baño hasta que me detuvo de la muñeca, me giro para enfrentarlo y esos profundos ojos verdes se clavan en mí como una estaca, volviendo mi garganta un inexpicable nudo.

«¿Por qué me pongo tan nerviosa cuando este hombre está cerca mío?» Maldije.

— ¿Cómo te atreves tú a acorrarlarme cuando salgo del baño? ¿Acaso es el acosador de los Landolfi? — Contraataqué.— Libéreme, usted es el que no sabe con quien se está metiendo.

Ví como Maximiliano retrocedía por un momento, yo había estudiado que el orgullo de los Landolfi no es un juego ni una broma para ellos y son muy delicados con la forma en que son percibidos por la gente.

«Parece que incluso la oveja negra de la familia no es inmune a eso.» Sonreí.

Caminé un poco para alejarme de él, pero siguió mis pasos y rodé los ojos cuando me bloqueó el camino de nuevo, su mirada descarada se centró en la curva de mis pechos asomándose por el escote, dando un paso más hacia mí.

— Ten cuidado con lo que haces, no sé de qué familia emergente provengas pero los Landolfi tenemos historia y mucho peso en la sociedad, una palabra mía bastará para hundirte a tí y a toda tu familia contigo.

— Señor Landolfi, ¿Qué podría hacerme usted? Incluso si juego con usted de esta manera.. — Tiré de su corbata e incluso me alcé sobre la punta de mis pies para hablarle al oído. — No pasará nada.

Un gruñido apenas audible salió de sus labios, cuando hundió el rostro en mi cuello pensé «Oh, vaya, ¡realmente lo hice!» apenas me quejé cuando me mordió, sus manos en mi cintura y luego ese intenso color verde parece haberse vuelto turbio mientras miraba mis orbes. Me dio un beso en los labios repentino, no estaba esperando avanzar tan rápido pero las ganas muy pronto se me contagiaron a mí también.

Hago lo que puedo por seguirle el ritmo, mi mente divaga con la respiración cálida y el aliento mentolado de Maximiliano, la forma en que posesivamente sujeta mi cintura como si no quisiera dejarme escapar,.

«¡Valeria, controla tus hormonas, están en medio del pasillo!»

Lo abracé del cuello casi por instinto, él elevó una de mis piernas alrededor de su cadera y... Maldita sea yo ni siquiera recordaba mi propio nombre, ¿Y cómo hacerlo cuando un Adonis me estaba comiendo la boca?

«¿Q-qué es eso que se está apoyando contra mi...?» Mi rostro se ruborizó completamente.

— ¡¿Qué diablos están haciendo ustedes?!

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