El Imperio Nocturno burbujeaba con la energía de la noche. Música electrónica pulsante, luces de neón que teñían el ambiente de morados y azules, y una multitud elegante que se movía al ritmo de la noche. Era un mundo aparte del decrépito apartamento de Gus.Y Gus, en el centro de ese universo, era otra persona. Detrás de la barra, con una camisa negra impecable y un delantal limpio, se movía con una agilidad sorprendente. Su cabello, peinado y brillante, su rostro afeitado, y una sonrisa profesional en los labios, hacía que el ermitaño de la tarde pareciera un mal sueño. Estaba mezclando cócteles con una destreza fluida, charlando con los clientes y recogiendo vasos con una facilidad asombrosa. Era increíble ver cómo pasaba de ser un ermitaño a una persona completamente diferente.— No puedo creer que sea el mismo tipo—, murmuró Marcos, empujando a Valeria para acercarse a la barra. —Finalmente, parece una persona decente.Gus levantó la vista, una sonrisa irónica en el rostro al ver
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