Mundo ficciónIniciar sesiónEl día comenzaba a nacer despacio, con esa luz tímida que entra de puntillas, tiñéndolo todo de tonos dorados y rosados. Las cortinas de lino claro dejaban pasar el brillo suave de la mañana, proyectando sombras leves en la habitación. El aire fresco traía consigo el olor limpio de la lluvia que había caído durante la noche, mezclado con el perfume de piel tibia y sábanas arrugadas.
Isabella despertó lentamente, como si el cuerpo aún estuviera atrapado en el calor de la noche anterior. Lo primero que sintió fue el calor.
No el calor sofocante de una habitación cerrada, sino aquel que venía de un cuerpo pegado al suyo, sólido, cálido, presente.Abrió los o







