Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche en la hacienda tenía un perfume dulce y húmedo, llevado por el viento leve que pasaba entre los árboles, esparciendo el aroma fresco de la tierra recién respirada por la brisa, de las hojas aún mojadas y de algo que solo podía llamarse promesa. Sobre ellos, el cielo se abría como un océano de estrellas: inmenso, profundo, protegido por la luna llena que brillaba como si hubiera decidido iluminar únicamente aquel instante, únicamente aquel amor.
— Tal vez… —dijo ella, con un brillo en los ojos— no necesitas dormir tan temprano.
Él arqueó una ceja, sorprendido y encantado. — ¿Qué estás sugiriendo, señorita Isabella? Ella rió y s






