Mundo ficciónIniciar sesiónEl coche negro se deslizó silenciosamente por el camino de adoquines hasta la entrada de la mansión Vellardi. El cielo aún guardaba el rastro rojizo del atardecer, y la brisa fresca de la primavera llevaba consigo el aroma dulce de las flores que rodeaban el jardín.
Lorenzo salió del coche con el saco apoyado sobre el hombro y la mirada cansada. El viaje desde Moscú había sido largo, el jet lag lo corroía por dentro, pero nada lo incomodaba más que el silencio desconcertante que reinaba en aquella casa.
Subió los escalones de la entrada con pasos firmes, abrió la puerta con la llave de siempre y la ausencia lo golpeó como un puñetazo. No era el silencio típico de las noches, era un silencio diferente, sin risas, sin pasos pequeños, sin la voz i







